24/7/14

Los GRAPO en el Polígono de san Pablo: "Juanini"

El Polígono de San Pablo es un humilde gran barrio de Sevilla city, dónde servidor se hizo hombre o al menos, eso que ahora os escribe. Se trata de una amplísima zona de bloques de viviendas sociales, junto a las vías de la actual estación de Santa Justa, junto a la triste carretera del norte, a Madrid. En el Polígono eran decenas de miles de almas las que se esforzaban en salir adelante cada día, con muchas penas, demasiada heroína, escasa gloria y una dosis generosa de guasa y surrealismo. Pero esto de la naturaleza proverbial del 'polinganero' será capítulo aparte.
Lo que hoy nos trata es la frecuentada relación de mi barrio con el terrorismo español (ya sea revolucionario, euskaldún o del estado que nos contempla). Páginas muy duras, tristemente olvidadas  porque aunque demasiados cazurros se rompen las camisas por no desenterrar la historia que no les interesa, serán muchos más los que se nieguen a olvidarla e incluso, a escribirla.
En mi barrio, recuerdo bombas y avisos de bomba junto al enorme edificio de la Seguridad Social, cerca del monumento al indio de Kansas City, una que hirió gravemente a un albañil que pasaba por allí, justo al otro lado de las vías en San José Obrero. Todos estos atentados que enumero fueron de la ETA, el diablo oficial de la democracia para todo 'español de bien'. Y aquí no caben matices, bajo pena de apología del terrorismo, como mínimo... Pero sin duda, fueron los dolorosos tiroteos y atentados del GRAPO, los que me dejaron profunda huella, hasta hoy. El GRAPO, Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre, eran un puñado de comunistas revolucionarios que, prácticamente sin ninguna base social que los respaldara, protagonizaron un buen número de atentados que costaron la vida a demasiadas personas. Percibidos por la mayoría de la sociedad como locos sanguinarios comunistas, su organización se articulaba y desarticulaba casi siempre por sorpresa y a golpe de gatillo policial.


Rafael Padura Rodríguez,
presidente de los Empresarios de Sevilla
El 5 de septiembre de 1984 me enteré por el vocero oficial de la sevillanía, el ABC, que unos estrafalarios delincuentes con peluca, que al final resultaron ser terroristas del GRAPO, habían asesinado a Padura, el presidente por aquel entonces de la patronal hispalense. El homicidio fue en el propio despacho del empresario, a bocajarro, en una imprenta-papelería que tenía (y que al parecer, en la actualidad sigue rigiendo su hijo) en la calle Luis Montoto, justo en los límites de mi barrio. Recordé un tanto acongojado que no hace mucho tiempo fui a comprar papel Guarro para dibujo técnico en aquel mismo establecimiento...
El día siguiente, fue mi cumpleaños, Una soleada mañana del verano indio sevillano, me acompañaba desde plaza Naranjito de Triana a coger el 21, ese bus de chapa naranja que a duras penas me dejaba en Plaza Nueva. Caminaba alegre, pues mi objetivo consistía en comprarme no sé qué puñeta inservible y preadolescente en una colorida tienda del centro de Sevilla. En mi camino, entre los grafitis de siempre, lucía una nueva pintada hecha con trazos torpes y rojos:
Juanini tu sangre
semilla de libertad”
Me sorprendió mucho ver una pintada como esa en un barrio centrado básicamente en los marronazos del paro y la heroína. Luego me enteré, como pude, que el día anterior, además del asesinato de Padura en Sevilla, la policía había acribillado a tiros al sevillano y natural del barrio de San Pablo, Juan García Rueda (Juanini) y a Leoncio Calcerrada, en el interior de un piso franco en La Coruña. Ambos salieron el día anterior en misión casi suicida, para ‘ejecutar’ a un ingeniero de la RTVE de entonces. Como consecuencia de la operación policial posterior, Juanini fue tiroteado (al parecer por sorpresa y desde la espalda) y muerto; entre otros, por un disparo que le alcanzó en la nuca. Su compañero de armas resultó gravemente herido. Según contaban desde el mismo GRAPO, asesinaron al ingeniero de RTVE  y emprendieron otras dos ‘acciones armadas’ simultáneas en Madrid y Sevilla, para reivindicar el tercer Aniversario del 'la muerte', a manos de la policía barcelonesa, de Enrique Cerdán Calixto, hombre clave en los albores de la organización.
Es por esto que el Barrio B del Polígono de San Pablo había amanecido poblado de gráfitis de tonos rojos y negros, con todo tipo de proclamas hacia Juanini: ‘Juan García Rueda, presente’, ‘Juanini, no te olvidamos’, ‘Policía asesina’, ‘Viva el GRAPO’, ‘Abajo el fascismo’… El barrio sin duda andaba revuelto, calentito, y así lo comprobé al llegar a la avenida de la Soleá, dónde vi cantidad de furgones de policía que por lo visto, y según me enteré por los presentes en la parada del bus, estaban allí para protegernos de los comunistas que acompañaban al féretro de Juanini. El 21 vino ¡a tiempo! y no puede observar lo que allí ocurrió posteriormente.

Entre otros comentarios, de los muchos escuchados ese día por mis oídos lampiños, me llamó mucho la atención el rumor extendido de que el Juanini era un delincuente habitual, un pistolero yonqui que mataba por dos gramos diarios de caballo. Otro de las perlas que escuché al llegar a casa fue que ‘la patulea que se encontró para acompañar a Juanini en su último adiós, eran todos yonquis muertos de hambre del polígono’... Todo falso. Todo muy ABC.
Por lo que he podido comprobar, en el entierro de Juan García Rueda, alias 'el Juanini', se concentraron más de 500 personas venidas desde muchos lares del estado, y sobre todo desde Sevilla y su polígono de San Pablo. Durante el cortejo fúnebre, entre aplausos, se portó en volandas el féretro presuntamente sellado de Juanini, en medio de una fuerte tensión policial. Se daban gritos contra la policía, vítores al GRAPO y se cantaba La Internacional. Dos de los asistentes al entierro fueron detenidos, ya en el cementerio de San Fernando, por intentar colocar sobre el féretro una bandera republicana, y al término de la ceremonia, cuatro de los hermanos del fallecido fueron conducidos a la Jefatura Superior de Policía para prestar declaración por presunta manipulación del cadáver. Y es que la familia, presuntamente, se saltó la orden del Ministerio del Interior, mediante la cual no se podía acceder al cadáver bajo ninguna circunstancia. La familia, presuntamente, no obedeció, y pudo atestiguar mediante una fotografía, que Juanini, 'presuntamente', no presentaba ni una sola herida de bala en cara o torso; en su momento, a la familia le fue denegada por el juez una copia de la autopsia.
En la víspera al sepelio, otras 10 personas fueron detenidas. Todos eran familiares y amigos de Juan García Rueda, que instalaron en el polígono de San Pablo una mesa para hacer una colecta con el fin de pagar las 200.000 pesetas del transporte y entierro. Según la policía de la época, tuvieron que bloquear la mesa, en la que se mostraba un cartel con la leyenda "Policía, asesina", con los arrestos consiguientes.

Estos son lo hechos que he podido corroborar en la medida de lo posible, sobre otro de las oscuros capítulos del terrorismo hispano, la vida y muerte del 'Juanini'. En aquellos ochentas el terrorismo arreciaba, y como deleznables consecuencias, la represión y la injusticia en muchos, demasiados órdenes. Como sabéis, aún hoy día resulta si no impensable, muy arriesgado hablar o mucho más escribir sobre ello, en honor a la verdad, a toda la verdad posible, sin que te crucifiquen. En aquel día de mi cumpleaños, en aquella Sevilla salvaje, en aquella España profundamente politizada, por muy pequeño que fuera uno, resultaba imposible no fijarse en los peligrosos balbuceos de una democracia que se abría paso a trompicones. Y es que esa democracia de sótanos y reservados, aún sigue escondiendo muchas historias incómodas que contar para los Gatopardos de la Transición. 

19/7/14

¡Los Jerónimos y cierra España!


"Este viernes, con motivo de la conmemoración del 18 de julio -fecha del 'Alzamiento Nacional' contra la Segunda República-, la madrileña Iglesia de los Jerónimos ha homenajeado a Francisco Franco y a todos aquellos “valientes” que propiciaron la “salvación de España”. 

Pues miren ustedes por dónde, hace sus buenos años y tras lúcida parranda, a eso de las 8 de la mañana de un agosto madrileño, entré en unos de mis arrebatos turistiles tempraneros a la búsqueda de la piedra ignota. En consecuencia, desaparecí misteriosamente del último garito para explorar un antiguo y muy histórico monumento sito junto al museo del Prado, la iglesia de Los Jerónimos. Cuando accedí al templo, ya me pareció muy extraño una serie de tensos señores situados en puerta y laterales, muy preocupados con la única presencia ciudadana que había por allí, la mía. 

Me senté en unos de los bancos delanteros, para admirar, en la medida de lo posible, ya que los hombres tensos me tenían una mijita mosca, las maravillas del monumento, rancio como él solo. En esto que desde uno de los laterales, el perteneciente a la sacristía, salió escopetado y con una sonrisa purificadora, el que era ministro de Defensa por entonces con Aznar, el OPUSino y corrupto como él sólo, Federico Trillo. Me miró a los ojos cortando la sonrisa, como si me conociera de algo, como si le fuera a hacer algo. Yo me quedé patidifuso, la verdad, observando al personaje junto a sus escoltas trajeados, abandonar las penumbras del edificio, en su particular coreografía castrense.

Por lo visto, el mozo tenía por costumbre comulgar en misa privé todas las mañanas bien temprano con el párroco 'libertario' de Los Jerónimos y me toco a mí comprobarlo. Jamás olvidaré sus ojos de yakovlev recién comulgado. Y jamás he vuelto a encontrarme un lugar tan imbuido de espíritu de España negra como aquella iglesia. Un lugar magnético que los mezquinos han utilizado históricamente, para cruzar al lado oscuro del nacional-catolicismo y los poderes déspotas.

8/7/14

Colegio de curas


Ranas crucificadas, sol de campo, mocarro de niño.
- Quillo, vamos a cogerle el culo a la Inma.
Arde la piel bajo la sotana.

Semillas urticantes inflaman el aire encendido. Los pájaros se buscan como imanes en celo. La primavera es una burda lluvia de pecados. Bajo la lluvia, los niños sudan pecados. El infierno se ha infiltrado entre las portañuelas de la Creación. El caso es que la brisa hoy lo mismo apesta que embriaga. Da la sensación de que, en el retrete de las niñas, Dios hace caca. Un querubín sobrevuela el patio de los pinos. Lleva empapadas las alas en vino. 
Arde la piel bajo la sotana.

Jesulín, el gordo, celebra un tanto tras arrollar a la defensa contraria. El padre Alemani enrosca y desenrosca la cadenita del silbato en su dedo corazón. Mira hacia la copa de los pinos. Observa sus pajaritos en flor. Como un gato, cual pasmarote. Más abajo, los niños juegan a pecar. 
Arde la piel bajo la sotana.

Carratalá levita catecismo en mano. Revolotea solícito entre los oscuros pliegues del padre.
- Padre, ¿por que Jesús está desnudo en la cruz? 
Jesulín, el gordo, vuelve a anotar solo de marca.
- Ven conmigo, Carratalá. en la Casa del Señor podremos hablar más a gusto.

En la Casa de Dios cabemos todos. En la sacristía, sólo los guapos. Es allí dónde cuelga una sotana sudada. Arde la piel bajo la mirada. La mirada de un crucificado desnudo que, una vez más, permanece.