2/5/09

Maestro mastercard


Echan raíces en las letrinas del pudor.
Sonríen, pacen, sueñan dinero.
Hipotecados de baba rosa
Os digo culpables de la miseria que nos acompaña
Vivís esclavos del deseo del prójimo
Sin poesía
Pero con una bonita biblioteca.

En el día en que murió el poeta
Asesináis sus versos a golpe de mastercard
Exhibís del libro su lomo virgen, en estantes de literatura carnicera.
Sabed que adivino vuestras vidas como un hipo de lírica de bolsillo
El pequeñito de la derecha, ese que compartís con moneditas de dos céntimos...

"¡Adiós al maestro!"
Vuestro padre os recitaba sus versos desde la cuna. Seguro...
También el de todos los poetas muertos, por supuesto.
Como es bien sabido en la ciudad
Todos nuestros padres fueron coleccionistas de esquelas del parnaso...
En cualquiera de sus barrios se pueden admirar sonrientes poetas de piedra...
Estatuas invisibles que parecen querer abrazar a cada transeúnte...
A todo ese ejército de parroquianos que reza cada noche por esos poetas que tanto amamos
Y que tan poco nos cuesta arrojar al exilio
Al infierno.

¿Por qué maltratamos a nuestros maestros?
¿Por qué no nos escuecen sus versos?
Sonriamos... adiós al maestro.