11/6/14

'Trenes a pavor' interpretado por el grupo 'Tilde'

Mis buenos amigos de Tilde (Barcelona) me hicieron el honor de adaptar uno de mis poemas. 'Trenes a pavor', a esta música hipnótica e inquietante. Era hora de reseñar tal honor en este Blog de chichinabo. Gracias de nuevo, chicarrones. Gracias:



'Pasan los trenes
a la misma hora, los trenes a pavor.

Sin que nadie lo entendiera
todos los trenes pasaron
a la misma hora, los trenes a pavor.

Así lo digerí
agarrado a tu cuello de cisne
como un pegajoso macaco de feria, mamá…

Fue en ese peregrino momento
cuando escruté los placeres del infierno
cuando apuñalé a la vida con la mano ciega
hasta llegar a la pulpa del Todo:

El culpable del mundo no es una bella persona, mamá…'

* Aquí tenéis la otra versión, más profesional si cabe, realizada por el creador, Guillermo Marrufo:

7/6/14

Antonio de Orleans y los fantasmas de San telmo




Antonio de Orleans, Duque de Montpensier
No se nos olvide, aquí en el meridión también tenemos algo parecido a una monarquía. La nobleza cazurra del PSOE andaluz lleva paseando sus intrigas y ambiciones desde hace 35 años por los pasillos de los palacios andaluces restaurados para su uso y disfrute (el de la caterva política, claro…); 35 años aupados a mesas presidenciales, atriles y pedestales, 35 años voceados desde sus púlpitos en los medios de comunicación, 35 años de paz, sopa boba, democracia regia… Se puede decir que han hecho de Andalucía el geriátrico del despotismo ilustrado. La corte del SOE nos hace notar con vehemencia, que ellos son los únicos encargados de nombrar a sus herederos, y si no, que se lo pregunten a Susana Díaz.

Nuestra presidenta impuesta lleva a gala el capullo de su blasón, en la sede de su corte, el imponente Palacio de San Telmo de Sevilla. Un edificio histórico donde los haya, dieciochesco, importante centro de poder durante buena parte del siglo XIX, pues fue residencia de los duques de los Montpensier y sede de la denominada 'segunda corte española', tras la de Isabel II en del foro.


Antonio de Orleans en el país de las naranjas


Antonio de Orleans, duque de Montpensier, era un príncipe romántico de esos que gustaban vivir intensamente la ‘pobre’ vida que les había tocado. El muchacho, décimo hijo del rey Luis Felipe de Francia era puro torbellino de aventuras, ambiciones megalómanas y sueños frustrados. Así lo constatan su candidatura al trono de Ecuador, las batallas contra las cabilas argelinas, los viajes a lo largo del imperio Otomano... hasta que se casó con María Luisa Fernanda de Borbón, hija de Fernando VII (El rey felón) y hermana de la que sería reina de España, Isabel II. Tras el bodorrio real, la pareja fijó su residencia en Francia, y dos años después estalló la revolución de 1848. El padre perdió el trono a su padre y se proclamó la república en Francia. Por este motivo, la familia real huye del país galo a toda pastilla. A punto estuvieron de ser atrapados por las los enaltecidos republicanos que saquearon el matrimonio intentó instalarse infructuosamente en la corte madrileña, cosa que no consiguieron porque el gobierno liberal de la época les denegó la residencia por no soportar un nuevo foco de intrigas añadido a los muchos que ya había. Así que los Montpensiers tiraron de carroza para instalarse en Sevilla en 1848, donde Antonio de Orleans, como tantos ‘otros y otras’ que por aquí decretan, se hizo entender como hombre muy culto y aún más ambicioso, entre otras virtudes…

Muy pronto el duque adquirió el Palacio de San Telmo de una decadente Sevilla. Este histórico edificio fue antigua Universidad deMareantes, y nuestro protagonista lo restauró, embelleció y amplió, transformándolo en la sede de la “Segunda corte de España”. La corte chica de los Montpensiers en Sevilla, fue centro de la flor y nata sureña, promovido por uno de los tipos más ricos de Europa, mecenas de las artes e impulsor de la restauración de monumentos. Cuidaba su pecunio al punto de controlar la explotación de los naranjales de San Telmo hasta la última pepita, -de hecho era conocido en la ciudad como el Rey naranjero-. Conocedor de las claves del poder rancio en la ciudad, se introdujo en las cofradías a piñón, puso de moda el Rocío y el veraneo en el mar, en Sanlúcar deBarrameda para ser más exactos, lugar que puso de moda adaptándolo al Donosti style más descarado.

 Pronto los Montpensier se convirtieron en potentados terratenientes y, como ya apuntamos antes, en el centro de la sociedad noble y burguesa de Sevilla. Pero lo que de verdad seducía al muchacho era el poder. Su sueño era portar la corona allá donde se la pusieran y era en España, con mucha diferencia, donde mayores posibilidades contaba para rematarla.
Prim y Serrano subastan la corona


Intriga, duelo y magnicidio


Para ello estuvo conspirando sin pausa con liberales, militares, monárquicos y republicanos, a los que llegó a financiar buena parte de la revolución, que trajo de la mano del del General Prim, la I República de 1868: La Gloriosa.  Antonio de Orleans terminó derrocando a su cuñada la reina Isabel II y hubiera conseguido la corona, constitucional o parlamentaria en este caso, que se propuso, si no fuera porque el muy ‘romántico’ mató de un certero segundo disparo en la frente a su primo Enrique de Borbón, duque de Sevilla y ex infante, por un duelo de honor en Leganés. Es por esto que en 1870, se votó en las Cortes qué monarca regiría en España y nuestro hombre no obtuvo los suficientes votos (27) frente a los 191 del ganador, Amadeo I de Saboya.

Tras ascender Amadeo I al trono español, Antonio de Orleans (que a su vez ostentaba el cargo de Capitán General) se negó a hacer el juramento de adhesión al rey Amadeo I, Como consecuencia de ello, fue desterrado a una fortaleza militar en Menorca, se le degradó, y se le expulsó del ejército. Pero el hombre no podía estarse quieto, y volvió a lo suyo, lo que mejor hacía, la intriga y la conspiración: Parece probada su participación intelectual y financiera también, en el asesinato del general Prim; sí, el mismo personaje al que poco años antes aupó al poder a través de La Gloriosa. Los Montpensier se vieron obligados a salir de naja una vez más. En esta ocasión, se exiliaron a tierras de su madre patria, la France, durante unos cuantos años. 

Una vez derrocada la I República y afianzada la Restauración en 1874 con Alfonso XII, los señores duques vuelven a San Telmo, dónde parece que Antonio se nos relaja una mijita en su caza desesperada de la corona borbónica. Aún así, el gobierno español y debido a su prestigio internacional, siempre volvía a contar con él. Así por ejemplo, representó al estado español en la coronación del zar Alejandro II (ahí es nada…), entre otros muchos saraos y embajadas internacionales. Además, no nos olvidemos que la archicantada María de las Mercedes fue su hija y como de todos es sabido, se casó con el rey Alfonso, creo que su primo (como suelen acostumbrar los Borbones). La niña duró medio cola-cao en lo alto del trono, pues la tuberculosis se la llevó bien pronto al panteón real del Escorial.

Antonio de Orleans se vino abajo cual República española, se dedicó a vivir el tiempo que le quedaba junto a la mojigata de su esposa, en sus palacios junto al mar o al Guadalquivir, para morir en su amada Sanlúcar de Barrameda en 1890. Fue este, a mi humilde entender, el personaje más interesante, trabajador y peligroso que ha pasado por el palacio de San Telmo. 

Atendiendo a la figura apasionante, controvertida y  romántico-liberal de Antonio de Orleans, resulta ininteligible como 'los/as político/as' actuales pasean por la sala del trono de San Telmo, sin más méritos que su pertenencia al partido. Nula preparación, ausencia de empatías o de pasión por la gestión de la cosa pública; tan sólo al trono, este trono de 2ª república bananera, a su vez menospreciado por quiénes lo ostentan, vieja guardia de socialistas andaluces con su particular casa real paralela y palacio propio, tan ¿ilustre? tan déspota.