Samhain es la festividad de
origen celta más importante del periodo pagano, que dominó Europa hasta, prácticamente,
su conversión al cristianismo. Cuarenta días después del equinoccio de septiembre, la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre era
considerada como el «Año Nuevo Celta» y se celebraba el final de la temporada
de cosechas. El Samhain significa en
gaélico 'fin del verano', porque acababa la estación de la luz y comenzara la
de la oscuridad y la consiguiente muerte de la naturaleza. A la par que fiesta de transición (de paso de un año a
otro) el Samhain indicaba la apertura al otro mundo, el mundo de los muertos, con los que se
convivía durante estos días y a los que se reverenciaba.
Así era. En
estas fechas la línea que separaba el mundo de los vivos y el de los muertos,
se estrechaba hasta el punto de volverse permeable para estos últimos. Los espíritus de los antepasados celtas y todo tipo de entes benefactores y malévolos
del otro mundo, deambulaban por las aldeas celtas. Muchos de ellos
se hallaban perdidos en su búsqueda de la luz y de su particular ‘paradise’ de
felicidad perfecta, sin hambre ni dolor, muy parecido a lo que nos prometieron
a muchos en el colegio de curas. De ahí las hogueras que se encendían en las
casa de los poblados, para marcarles el camino hacia la luz eterna. Las
lámparas huecas hechas con calabazas (Irlanda) o nabos (en Galicia) se usaban
como amuletos contra los entes diabólicos, en concreto contra uno muy chungo, conocido
como Jack-o'-lantern,(Jack el Tacaño') el autor del "susto
o trato" (trick
or treat). Según la tradición, si elegías
mal, si escogías "susto", te podías quedar sin casa, cosecha, ganado y prole en cuestión de días.
Esta fiesta
y sus rituales eran guiadas por los sacerdotes celtas, los druidas, que
haciendo de mediums, se comunicaban con los antepasados de la tribu y dotaban a la festividad de una buena carga de rituales mágicos.
Con la llegada de los romanos, la conquista de los territorios
celtas y el genocidio sufrido por sus pobladores, los celtas no tuvieron más
remedio que dejarse “influenciar” pon las nuevas costumbres y creencias
romanas. Así mezclaron su Samhain
con la «fiesta de la cosecha», en
honor a Pomona (diosa romana de los árboles frutales) Pero no fue hasta la llegada
del cristianismo al imperio, cuando las celebraciones celtas fueron
declaradas prácticas heréticas. Como bien refleja la historia de la iglesia,
este tipo de “declaración” significaba la persecución de druidas y curanderos, la destrucción
de templos y monumentos, lo que vienes a ser el aniquilamiento de las tradiciones y cultura
celtas en general. Había que convertir el mundo pagano a la “verdadera religión”, el
cristianismo y desde el mismo siglo IV, pero el Samhain resistió.
Tras varias centurias de predominancia de las fiestas paganas sobre las católicas, el Papa Gregorio IV ordenó, en el año 840, que se suplantara la fecha del 13 de mayo, ya por entonces Día de Todos los Santos, por el 1 de noviembre del maldito Samhain. Esta festividad impuesta al estilo católico, y seguro que con buenísimas intenciones, tenía su celebración vespertina en
la “vigilia” del día anterior. Dentro de la cultura Inglesa se tradujo al
inglés como: “All Hallow's Eve” (Vigilia de Todos los Santos). Con el paso del
tiempo su pronunciación fue cambiando primero a "All Hallowed Eve", posteriormente
cambio a "All Hallow Een", para terminar en la palabra que hoy conocemos: "Halloween".
Loa países con ascendencia celta nunca dejaron de celebrar esta fiesta a su modo por muy católicos que se creyeran. De hecho, fueron los devotos irlandeses, quiénes exportaron el actual Halloween a Estados Unidos en el siglo XIX, durante la Gran hambruna irlandesa (1845-50). Nuestros queridos y simpáticos chicos de Eire popularizaron la tradición del "susto o trato" y las calabazas linterna (jack-o'-lantern) tanto en EEUU como Canadá. Y ya sabéis, lo que es popular en Estados Unidos, lo es también en el mundo entero y así acaban viviendo unos el Halloween y sufriéndolos otros. Para terminar, quiero advertiros sobre los curioso que resulta observar cómo el imperio romano, el mundo mediterráneo y su ideología catolicista intentaron acabar con esta fiesta, para verse ahora invadidos por ella a través del nuevo imperio dominante, el norteamericano.
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