Nicolás Monardes (1493
- 1588) fue un médico y botánico sevillano del Renacimiento, brillante y
pionero en su ciencia. Este hombre tuvo la suerte de convivir con el esplendor
del puerto oficial de las Indias Occidentales, la metrópolis que por entonces era Sevilla, entrada y salida de todo tipo de seres y productos exóticos nunca
vistos hasta entonces en occidente. Monardes, sin duda, era un humanista inquieto e inusual para la época, un visionario que tiró de huerto
propio en plena calle Sierpes, para investigar las plantas medicinales
americanas y otras que por sus manos curiosas fueron pasando, marcando de esta manera todo un hito en la ciencia.
Su trabajo más significativo al respecto
fue «Historia medicinal de las cosas que
se traen de nuestras Indias Occidentales», que estudiaba los productos y
medicinas provenientes del Nuevo Mundo explorando sus propiedades
farmacológicas. Todo ello gracias a su huerto de la calle Sierpes, donde pudo cultivar
y experimentar con cantidad de plantas americanas aún desconocidas, describiendo
por primera vez muchas especies como el cardo santo, la cebadilla, la
jalapa, el sasafrás, el guayaco, la pimienta, la canela de Indias, el tabaco (del este último escribió
maravillas sobre sus propiedades medicinales, por cierto).
Por otra parte, se puede decir que este científico
andaluz introdujo en Europa frutos nuevos como la piña tropical, el
cacahuete, el maíz, la batata, la
coca (de la que dijo que proporcionaba fuerza y actividad en los indios
pero que creaba dependencia), la zarzaparrilla, el guayacán (del que apuntó
que servía para el tratamiento de la sífilis).
Asimismo, Monardes realizó también importantes
libros y tratados, como «De Rosa et partibus eius» acerca de las
rosas y los frutos cítricos -aún muy desconocidos-, o el curioso «Tratado de la nieve y
del beber frío» en el que estudia la nieve y sus gélidas propiedades...
Su contribución fue muy relevante, de
ahí que su obra fuera traducida a las principales lenguas de la época y tuvo
una enorme influencia en la farmacognosia de Europa durante siglos. Pero en Sevilla, en Andalucía y en España no lo conoce ni Perri.
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